¿Hay una fórmula mágica para alcanzarla?
Desde que abandonamos las cavernas y comenzamos a aspirar a algo más que la mera supervivencia, filósofos y pensadores han reflexionado sobre estas preguntas sin encontrar una respuesta definitiva. Esto se debe a que nuestra mente, producto también de la evolución, no fue programada para hacernos felices, sino para asegurarnos la supervivencia. Por esta razón, lo negativo se registra más profundamente en nuestro cerebro que lo positivo, actuando como una señal de alerta contra el peligro. Si fuéramos seres puramente lógicos y racionales, esta explicación bastaría. Sin embargo, somos seres emocionales que recorren las calles en busca de amor, éxito, vínculos, placer, aventuras, experiencias, aceptación.
¿Y qué tiene todo esto que ver con Albert Einstein?
Todo y nada. Sin embargo, no es de extrañar que el gran genio entre los genios se preocupara por el tema de la felicidad. Si bien no llegó a desarrollar una teoría formal, sus palabras y reflexiones ofrecen pistas valiosas en nuestra búsqueda personal de la dicha. Según Einstein, «la vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio, debemos seguir moviéndonos. Me parece una metáfora preciosa, ya que nos recuerda la importancia de avanzar y seguir adelante sin importar las circunstancias. ¿Pero hacia dónde exactamente? Nadie lo sabe, puesto que nuestros sueños suelen cambiar de dirección a lo largo de la vida.
Aun así, otra cita suya nos puede servir de guía: ¨locura es hacer lo mismo repetidamente y esperar resultados diferentes. Esta idea se alinea con la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar. La Dra. Marian Diamond, que descubrió la neuroplasticidad y estudió el cerebro de Einstein, demostró que aprender y experimentar cosas diferentes crea nuevas conexiones neuronales, fortalece habilidades y modifica nuestra perspectiva. También nos brindó cinco claves para enriquecer nuestras conexiones: alimentación saludable, ejercicio físico regular, enfrentar desafíos, explorar la novedad y cultivar el amor. ¿Recuerdas lo que he dicho antes? Somos seres emocionales, no meros Homo Sapiens. Acaso no fue Einstein quien predijo que solo una bomba de amor sería capaz de salvar al mundo y a la especie humana?
¿Fue Einstein feliz?
No podemos asegurar si el físico por excelencia fue verdaderamente feliz, pero es un hecho que tuvo dos matrimonios y una vida sentimental agitada. Como todos sabemos, el amor y los problemas suelen ir de la mano y, en muchas ocasiones, terminan en el diván. Pero no fue así en el caso de Einstein, a pesar de haber mantenido una conversación «alegre, confiada y amable» con Freud en 1927.
Además de su habilidad para captar la atención de otros genios, Einstein poseía una notable capacidad de adaptación. En una ocasión, mientras se encontraba en un hotel en Tokio y no llevaba dinero en los bolsillos, dejó una nota para el mensajero en lugar de una propina. Conociendo el valor de su firma, especialmente si iba acompañada de algunas palabras, escribió:
«Una vida humilde y tranquila conlleva más felicidad que la búsqueda constante del éxito y la inquietud que esta implica »
Es cierto que la felicidad, al igual que su famosa ecuación E=MC2, es relativa. Es decir, es una experiencia subjetiva y única para cada individuo. Sin embargo, podemos encontrar inspiración en sus ideas y hasta en su icónica fotografía sacando la lengua ¿quién no se ha tomado un selfie igual? la nota que Einstein regaló al mensajero fue subastada en Jerusalén por el módico precio de 1,5 millones de dólares. Sí, la felicidad tiene su precio.
Autora: Danielle Salles (Oito CEO & Founder )